Bienvenidos a Vuelo 007 con Roxana
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UN HOMBRE APORTA A LA SALSA
Bastante probable es que en todo el mundo el nombre de Phidias Danilo Escalona sea conocido. En predios caribeños no nos cabe duda de ese hecho. Mucho lo hemos leído en todos los libros que acerca de la Salsa se han escrito. Y en la mayoría dicen que sí, que fue venezolano y que utilizó la palabra salsa para aplicarla a la música del Caribe, tropical. Nada más.
Mas, ¿ quién fue Phidias Danilo Escalona?
¿Cómo tejió su vida en torno a una manifestación musical tan cargada de epítetos en su tiempo?
¿De dónde sacó los recursos que lo hacen un personaje inolvidable?
Fueron esas interrogantes las que me llevaron a buscarle más allá del micrófono, más allá de su rutina y de la ingratitud a que el olvido lo sometía.
No tantos años como muchos piensan estuve escuchándole y viéndole presentar espectáculos en El Poliedro. Pero fue lo escuchado y visto suficiente como para tratar de descifrar la incógnita de vida de aquél hombre misterioso, esotérico, espadachín de hermosa y profunda voz y modales irreverentes, de figura desgarbada y ojos saltones con mirada joyera, verbo fluido y carisma extraño.
Tuve temor al buscarlo, más la osadía me nació del envalentonamiento. Y Phidias Danilo Escalona me brindó, con exquisita fluidez y ternura la que sería su última entrevista.
TIEMPO DE PHIDIAS
Se encontraba preparando sus boletines de tránsito cuando le llamamos para solicitar la entrevista. Se alegró mucho por aquello de la estima mutua y aunque alegó que a él no le importaba lo que la gente pensara de él, sí íbamos a conversar, para precisar datos y compartir anécdotas.
Acordamos vernos en “El solar de la abuela”, restaurante ubicado detrás del edificio sede de Petróleos de Venezuela. Almorzaríamos. Y llegó acompañado de una muy hermosa mujer, su esposa. María de los Ángeles.
Cervezas y Lebranches asados se constituyeron en los testigos de la conversación, amena, fluida, con a ratos toques de dolor y dramatismo. La memoria a veces nos indigna, cuando es depositaria de ingratitudes e injusticias. La de Phidias estaba cargada de eso, y él parecía llevarse con ella como los matrimonios rutinarios, dejando hacer y dejando pasar para no chocar o explotar.
Nació en la hermosa y tradicional parroquia de La Pastora en Caracas el 5 de octubre de 1933, el mismo día del natalicio de Ismael Rivera, aunque no el mismo año. Su madre, que del padre no habló, le puso ese nombre en homenaje al escultor griego, porque una cosa era la austeridad y otra la fineza de espíritu de su vieja, que era enfermera y trabajaba mucho para mantenerlo.
Phidias solía acompañar
A su mamá en las faenas y así se entretenía. Así fue como la acompañó desde el primer día de un nuevo trabajo que le ofrecieron y que ella aceptó aunque no se trataba de asuntos de enfermería. Así llegó Phidias Danilo al entonces joven circuito de Coraven, donde su madre sería Jefe de Mantenimiento.
El asunto está en que Phidias se vio cautivado por aquél enjambre de personas famosas que entraban y salían y que él admiraba desde su mirada de niño. Y se vio llevando café y comprando periódicos para esos personajes de la 1 BC, de Ondas Populares, de la radio pauta , de la historia hablada.
Phidias se fascinaba con cada café que le llevaba a Héctor Hernández Vera, a René Estéves, a Rubén Darío Villasmil y a quien marcaría definitivamente su vida, Pancho Pepe Cróquer.
Etapa de oro
Del que brillaba de puro auténtico , Phidias se hizo indispensable para los locutores: café, los cigarrillos, los periódicos, los mandados. Entre todos le pagaban, fuera de nómina, por supuesto, una real pendejada, pero Phidias se sentía millonario porque aparte de sentir que esos famosos valoraban sus mandados, podía ayudar a la vieja con alguito.
De tanto llevar café Phidias se metió de una vez por todas en la cabina de Ondas Populares. Total, si pasaba las horas entrando y saliendo, bueno era que se quedara adentro, viendo, como espectador principal cuando nadie tenía ese privilegio a Pancho Pepe haciendo comentarios, a Hernández Vera dramatizando y a Mister Chips haciendo pronósticos hípicos junto al doctor X. Le entró también desde entonces pasión y locura por los caballos.
Con el tiempo
llegó a tener uno tan malo y deshidratado que lo llamaban “el tragasueldo del locutor”. Pero lo tuvo.
En olor de radio Phidias se hizo adolescente, mozalbete, que dicen, y joven. Y con la juventud se le perfiló la voz, y tan notorio fue el cambio que el propio Pancho Pepe Cróquer se le ofreció para iniciarlo en los asuntos del micrófono…narrando béisbol. Y de verdad que lo formó, pero el maestro no llegó a ver al alumno narrando pelota. Pancho Pepe perdió la vida en una prueba automovilística al norte de Colombia.
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